Descansar, dormir, es una necesidad cuya ausencia repercute muy negativamente en nuestra vida. Para conseguirlo debemos seguir ciertas pautas entre las que se incluye el uso de un buen colchón. Los llamados “viscoelásticos” son una estupenda opción. Pero ¿sabías que no se trata de una materia sino de una propiedad? El origen de la viscoelástica está en los viajes espaciales ya que la NASA la encontró cuando buscaba un material que se adaptase perfectamente al cuerpo de los astronautas en el transcurso del despegue. Se intentaba reducir la presión sobre el cuerpo provocada por el exceso de aceleración. Posteriormente se fue introduciendo en el mundo del descanso, tanto para colchones como para almohadas.
En el mercado podemos encontrar tres tipos de colchones viscoelásticos. Por un lado, los convencionales, que son los más extendidos. Su calidad varía en función de la densidad de esa propiedad, que suele oscilar entre los 50 y 80 kg/m3. También están los que se fabrican con aceites añadidos como el proveniente de la soja. Y por último los de nueva generación que tienen unas propiedades que hacen que actúen con el cuerpo de manera que pueden regular la temperatura y mejoran su resilencia o capacidad de adaptación a nuestra anatomía. Su composición es una variación del látex que se hunde al tumbarte sobre él y rápidamente se amolda a tu cuerpo. Al levantarte, vuelve a su forma original.
La variedad de precios de colchones viscoeláticos en el mercado es mucha, existiendo una amplia oferta de precios en la franja más económica cuyo coste viene derivado de sus prestaciones y el tipo y calidad de sus materiales y capas, y esas características pueden marcar decisivamente su eficacia. Un colchón barato puede tener las mismas prestaciones que uno más caro por lo que a veces es mejor comprar un buen colchón y cambiarlo al cabo de unos años, en vez de adquirir un colchón caro que dure muchísimo tiempo. No te fíes de los descuentos del 70% o 90% que algunas tiendas anuncian. Los colchones de gama media y alta se atienen a un precio marcado por los fabricantes que solamente baja ligeramente en épocas de rebajas. Un colchón caro no garantiza un mejor descanso. El precio no debe ser tu guía para comprarte un colchón. Para acertar confía en profesionales que te aconsejen sobre lo que necesitas: si duermes solo, si sufres de espalda, si eres caluroso… Asegúrate de su calidad y garantía y no te dejes llevar por publicidades low cost, pues un buen colchón no puede ser una ganga, aunque podamos encontrarlos a un precio razonable en establecimientos de confianza.
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